«Una boda muy esperada»
Porque Raquel y Jordi llevaban esperando este día con una ilusión tremenda.
Porque nos hicieron partícipes de este gran día desde que comenzaron a planearla.
Por ello, teníamos unas ganas tremendas de que llegara y disfrutarla.
Y el día fue aún más perfecto de lo soñado.
Después de prepararse cada uno por separado, ambos se dieron el sí quiero en la Iglesia de San Rafael, donde después de varios momentazos dentro de la iglesia y una gran lluvia de arroz a la salida, disfrutamos de una colla pagesa.
El cocktail y el convite fueron en Jardins de Fruitera, un lugar que no deja nada al azar.
Allí nos encontramos con una decoración con motivo viajero, y es que, Raquel y Jordi, viajan, ¡y mucho!
Ya en el convite no pararon ni un solo momento. Regalos, sorpresa, bailes y… el discurso de Jordi, que merece mención a parte.
Me he emocionado en muchas bodas. Pero Jordi logró robarnos el aliento y arrancarnos varias lágrimas a todos con la sorpresa que le hizo a Raquel y las palabras que dedicó a todos y cada uno de los invitados.
¡Simplemente precioso!
Y como siempre digo, escribiendo soy parca en palabras, así que os dejo un pequeño resumen que habla por sí solo:
miradas y más miradas de complicidad.
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